Un medallista desde el quirófano

Juan Martínez recibe la plata del Europeo sub-18 que se perdió por una grave lesión

Juan Martínez tenía una meta en 2019. Se sentía parte de una camada de leones que han asombrado a Europa. Tenía plaza casi asegurada para el torneo en el que la selección sub-18 de rugby, en la que militan otros cuatro valencianos, logró una brillante medalla de plata tras perder la final contra Georgia. Ese día el joven no estaba en Rusia, sino por casa, recuperándose de una desafortunada y grave lesión que pudo cambiarle la vida.

Sucedió el 22 de diciembre. «Yo juego de medio melé, pero ese día me pusieron de centro, que no es habitual. Si no llego a estar ahí en ese momento, no le sucede a nadie», señala Juan Martínez, que forma parte en el equipo sub-18 del CAU: «Fue en un partido contra Les Abelles, en un mal placaje. No fue tanto por el golpe, sino por la posición de la cabeza». El chico notó una sensación extraña, de dolor intenso en los brazos y, a la vez, incapacidad para moverlos. Se preocupó y, mientras todos corrían a atenderle a su alrededor, comprobó que sí era capaz de dar órdenes a sus piernas.

Tenía rotas las vértebras C5 y C6 y los ligamentos del cuello, destrozados. «Pude quedarme tetrapléjico», subraya el chico, de 17 años. En el hospital le dijeron que le soldarían tres vértebras, pero que no podría volver a hacer deporte en su vida. «Llamé a una amiga de Valladolid. Su marido es traumatólogo especialista en la columna y me dijo que debía operarle el doctor Martín Benlloch», interviene Henar Sánchez, la madre de Juan.

 

Antonio Martín Benlloch jugó a rugby en Les Abelles y, cuando le comunicaron el caso, no perdió un minuto. «Vino esa misma noche al hospital, estudió el expediente y dijo: ‘Haremos que vuelvas a jugar, pero tenemos que operarte ya’. El trato fue maravilloso», añade Henar. Trasladaron a Juan del Consuelo al hospital 9 d’Octubre, en cuyos quirófanos se pasó más de ocho horas el 23 de diciembre. «Cuando me desperté en la UVI, recuerdo que lo único que decía era que quería hacer pis», comenta Juan. Acababa de comenzar un largo proceso de recuperación para volver al rugby. Porque Juan, que practica el deporte del balón ovalado desde hace 14 años, no se ha planteado abandonarlo ni un minuto. «En el rugby esto pasa una vez entre miles. Me tocó porque estaba allí. Los doctores nos dijeron que es más una lesión de otras modalidades como fútbol americano o sumo», indica.

Henar tuvo un mal presentimiento ese día. «No quería que jugase ese partido, se lo había dicho. Yo suelo hacer fotos y estaba poniendo el objetivo. Acababa de empezar, me dijeron que ya había un casco rojo en el suelo y enseguida pensé; ‘¡Juan!’», relata. También fue cómplice del momento que, tras meses de tediosa recuperación, emocionó hace unos días al chaval. «Mi madre me dijo que tenía que hacer unas fotos al equipo y yo iba a ayudarles a entrenar. Mi compañero Iván había vuelto del Europeo, me llamó y se sacó una medalla del bolsillo», recuerda.

Juan, en principio, la rechazó. Hasta que Iván le explicó que la presea se la había dado Miki Puerta, el seleccionador, para que se la entregase. Porque Juan es un león que, de no haber caído herido, habría estado en la gesta de Rusia. Se merecía la medalla como el que más. Por esos valores, el chico sigue encandilado del rugby. Se ha sacado el título de entrenador base y este verano quiere cursar el de nivel 1 y el de árbitro.

«Lo que deseo es volver a jugar al máximo nivel y formarme para poder aportar en el rugby», indica el joven, a quien los médicos han avisado que debe perder unos kilos. Ya está bien de sofá y de Netflix. Toca trabajar duro en la rehabilitación. «Me dijeron que podré volver a jugar en un año, pero que si no reduzco el peso, la recuperación puede alargarse hasta dos», comenta Juan Martínez, enamorado del balón ovalado, como su padre y su hermano. Ahora también quieren conquistar para la causa a su hermana, que compite en gimnasia rítmica.